Curso 5to A Docente Barreto Alejandra
Área Matemática
DESAFIANDO NUESTRAS MENTES
Todos sabemos que las matemáticas
siempre nos resultan complicadas por que hay muchos pasos en los que
hay que pensar. Pero si prestamos atención a los siguientes cuadros
ya no tendremos dificultades cuando debamos resolver situaciones
problemáticas con muchos o pocos pasos.
ORDENA
DE 1 AL 4 LOS PASOS A SEGUIR
ESCRIBO LA SOLUCION | LEO BIEN EL ENUNCIADO | ||
ORGANIZO LOS DATOS | REALIZO LAS OPERACIONES |
OTRO PROBLEMA CON EL QUE
NOS ENCONTRAMOS ES CUANDO DEBEMOS DECIDIR CON CUAL DE LAS CUATRO
OPERACIONES (suma resta multiplicación o división) NOS AYUDARÁ A
RESOLVER EL PROBLEMA.
VAMOS A OBSERVAR EL
SIGUIENTE CUADRO PARA PODER ENTENDER UN POCO MAS.
MANOS A LA OBRA CON LO QUE HEMOS
APRENDIDO
- Vas a leer muy atentamente cada uno de las situaciones problemáticas y en cuanto tengas una duda vuelve a leer los cuadros anteriores que te servirán de guía para NO OLVIDAR LOS PASOS.
- VAMOS A PRECALENTAR LAS MENTES
3. GRANDES
OFERTAS EN LA GRANJA DE DON JOSE
A) En la granja de Don José
están vendiendo pollos y conejos. Si cada conejo cuesta $390 y los
pollos $420 ¿Cuánto dinero recaudó si vendió todo lo que tenia en
el corral
4 CÁLCULOS MENTALES. DEBERÁS RESOLVER SIN HACER CUENTAS
más 10 más 100 más 1000 menos 100
PRÁCTICAS DEL LENGUAJE
EL BASTÓN QUE SE HIZO ÁRBOL
YA P E Y Ú , 1 7 78
Caminaba por la selva nocturna lo más tranquilo.
Desde la oscuridad verde, una cantidad de
ojos lo seguían con atención. La atención de
los que temen ser comidos. Y la atención de los que
comen si tienen la oportunidad.
No había nadie que no tuviera la mirada clavada en
el hombre.
Los monitos miraban sin siquiera parpadear, salvo
cuando los asustaba el aullido de sus hermanos monos,
los monos aulladores.
Los ojitos negros de los conejos del monte se abrían
y se cerraban de los nervios que tenían.
Desde una rama, un enorme loro rojo vigilaba
inclinándose hacia adelante con las alas desplegadas,
como quien se prepara para volar al menor peligro.
Pero esto no era nada comparado con los ojos
amarillos de un yaguareté que apenas si se veía
escondido entre la maleza. Yaguareté: la verdadera fiera, eso quería decir su nombre. Los guaraníes sabían que no
había que nombrarlo, porque si lo hacían, se aparecía.
Las manchas negras de su piel dorada le permitían
camuflarse entre los arbustos espesos. En la oscuridad,
sólo se percibían sus amenazantes ojos amarillos.
Sin embargo, en aquellos ojos había un vago recelo.
La desconfianza se debía a que el hombre llevaba en la
mano algo que podía ser un arma.
No era un arma. Era un bastón. Un simple bastón. O,
más bien, una estaca; una gruesa rama de quebracho.
El yaguareté no sabía que el hombre sólo la utilizaba
para apoyarse al caminar. Había conocido otros palos que
lanzaban fuego acompañados de un gran ruido, y les temía.
De todos modos, el yaguareté decidió ir tras los
pasos del hombre. No porque tuviera hambre, sino por
pura curiosidad gatuna. Lo mismo hicieron los monitos,
que saltaban de árbol en árbol. Y se les sumó un viejo
coatí que andaba por ahí.
El hombre no se daba cuenta del curioso séquito que
lo acompañaba. Ajeno a aquellos mirones, caminaba
bajo la luz caliente de la luna.
¿Hacia dónde irá?, se preguntaban los animales. No
era frecuente que los hombres anduvieran a esas horas
de la noche por la selva. El hombre parecía ir hacia la playa que formaba el
río, al que todos conocían como el Río de los Pájaros,
pero ahora los pájaros dormían con la cabeza metida
debajo del ala. Apenas se oía el rumor del agua que
corría. Y, de vez en cuando, los aullidos insolentes de los
monos.
Al llegar a la orilla, se agachó y tomó agua en el
cuenco de la mano. Un pato serrucho, que dormía
apaciblemente, se sobresaltó y se zambulló sin
importarle que se le despeinara el copete.
De pronto, el hombre volvió sobre sus pasos.
Los animales que lo seguían retrocedieron
precipitadamente, empujándose entre ellos.
Caminó hacia el poblado. Se acercó a su casa, el
edificio más grande. Se detuvo, como estudiando el
terreno. Con la punta de la bota, rascó el suelo. La tierra
era roja, pero parecía fértil.
Entonces el hombre abrió las piernas, levantó la
estaca por encima de su cabeza
y la clavó en la tierra!
Pareció que unas chispas saltaban de la punta de la
estaca a medida que se hundía en la tierra. Las chispas
iluminaron mágicamente la noche. Por un instante,
una luz muy clara alumbró hasta el último rincón de la
selva. El yaguareté pegó un brinco hacia atrás y, tan
valiente él, salió corriendo como si lo persiguiera un
demonio. Con un poderoso batir de alas, el loro rojo
se perdió entre las estrellas. Y ni qué hablar de los
monitos.
La estaca quedó clavada en la tierra, como vibrando
en la noche. El hombre, satisfecho, entró a su casa.
EL BASTÓN
Estos hechos extraordinarios sucedieron una noche
de verano, más precisamente el 25 de febrero de 1778,
en Yapeyú, territorio de las denominadas misiones
guaraníes. El hombre era el capitán Juan de San Martín,
teniente de gobernador de aquel caserío perdido en la
selva.
Los ancianos narran que nunca hizo tanto calor
en Yapeyú como aquel día. El aire parecía rojo como
la tierra roja. Un viento sofocante recorría las calles
queriendo abrir las puertas cerradas por el sueño.
El hombre no se desanimó. Nada lo iba a disuadir
de cumplir con esa ceremonia casi secreta. Sólo doña
Gregoria, su esposa, sabía de qué se trataba. Don Juan se había hecho una promesa a sí mismo:
cada vez que naciera uno de sus hijos, plantaría un
árbol. El árbol crecería con ellos.
Había plantado un árbol cuando nació María Elena,
cuando nació Manuel, cuando nació Juan y cuando
nació Justo. Ese día había nacido su quinto hijo, José.
De modo que, antes de la medianoche, tomó la
estaca que habitualmente usaba como bastón y salió.
Le tenía cariño a aquella estaca. Se la había regalado
un joven guaraní, Tayaoy. El palo grueso todavía estaba
verde, tenía varios brotes.
—Los árboles tienen alma —le había dicho Tayaoy—.
Esta rama tiene alma. El alma del quebracho, que los
padres de nuestros padres llamaron así porque su
madera es tan dura que, al primer golpe, quiebra el
hacha.
—Este palo —agregó— tiene el poder de la vida.
Los antiguos himnos guaraníes hablaban de un dios
creador, a quien llamaban Nuestro Gran Padre. Este
dios poseía una vara, una rama sin hojas de un árbol, de
la que salía la neblina con la que creó el mundo.
La vara (o la estaca, como queramos llamarla)
poseía, entonces, el poder de la vida, como había dicho
Tayaoy. Y era también un símbolo de poder. A los caciques se les daba una vara como señal
de mando. Don Juan no entendía del todo la lengua
guaraní, pero creía que la palabra yvyra quería decir
«palo», «vara» o «estaca» y significaba, además, «árbol».
El árbol del que emana la vida.
Los caciques principales estaban muy orgullosos
de sus varas de mando. Sentían que, sin ellas, perdían
su autoridad. Decían que las habían recibido de Dios
y del rey.
Desde luego, el señor teniente de gobernador era
la autoridad máxima de Yapeyú, no necesitaba ninguna
vara que reconociera su poder. Pero le había conmovido
que Tayaoy le regalara esa estaca. Por eso la plantó
como señal de que había nacido José, su quinto hijo.
YVYRA
La estaca hincada en la tierra quedó sola en la noche.
Algunos bichitos se posaron en ella de entrometidos
nomás. El viento probó tumbarla pero sin éxito.
Los días que siguieron fueron monótonos, no pasaba
nada.
Por arriba. Porque debajo ocurría un mundo.
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Lo primero que hizo la rama fue sacar unas
raicitas todavía débiles, como con pelitos. Esas raíces
pequeñísimas tomaron agua de la humedad de la tierra.
En el agua había sales con las cuales se alimentaría.
Así, con el transcurrir de los días, las raicitas se
convirtieron en unas señoras raíces, cada vez más
gruesas, más y más largas.
Las raíces crecían hacia abajo. Vaya uno a saber
cómo sabían que debían crecer hacia abajo. Pero lo
cierto es que las raíces crecían hacia el centro de la
tierra.
Echando raíces, la estaca establecía su domicilio ahí,
cerca de la casa de la familia San Martín.
«Aquí estoy», parecía decir «y de aquí no me muevo».
Pasó algún tiempo. Las sales que traían las raíces
subieron por el tronco. Y la rama empezó a sacar brotes
y de los brotes nacieron ramitas y de las ramitas hojas.
¡El bastón de don Juan se había convertido en un
árbol! Un árbol pequeñito aún, pero árbol al fin.
Por aquel entonces, si el árbol hubiera tenido oídos,
habría oído los llantos de José cuando pedía la teta o
cuando no le cambiaban los pañales.
En la primavera, el árbol creció y se llenó de pájaros.
En esos días, doña Gregoria salió a tomar aire con el
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niño. Para jugar, lo apoyó de espaldas sobre el tronco
todavía delgado del quebracho. Se alejó un poco y
estiró los brazos invitándolo a caminar.
—¡Ea, José! ¡Que tú puedes!
En ese momento, José y el árbol tenían diez meses,
puesto que uno había nacido aquel 25 de febrero y al
otro lo habían plantado esa misma noche.
El antiguo bastón siguió creciendo. Los árboles
crecen porque se estiran hacia el sol en puntas de
raíces, que es como decir en puntas de pie. Crecen
porque buscan la luz.
También José creció. Dio los primeros pasos,
balbuceó las primeras palabras, se escapó alguna vez al
río con el perro de la casa.
José tenía tres años, y el quebracho también, cuando
los San Martín se fueron para siempre.
Como José, el árbol siguió creciendo. En Yapeyú,
porque los árboles una vez que echan raíces se quedan
allí. El muchachito, en cambio, andaría por otras tierras.
Bajaría por el río hasta llegar a Buenos Aires. Cruzaría
el océano para ir a España. Y hasta surcaría los
desiertos de África.
El quebracho, mientras tanto, trepó hacia el cielo.
Su tronco se hizo grande, poderoso. Los vientos se detienen entre su follaje. Los pájaros construyen nidos
seguros en sus ramas gruesas.
Cuentan los ancianos que el árbol todavía sigue allí,
derecho y orgulloso. Como cuando era bastón.
UN HERMOSO CUENTO, VALIO LA PENA
HABERLO LEIDO Y DISFRUTADO
- De quien habla el cuento.
- Padre de quien fue.
- Cual era la tradición que cumplía el protagonista.
- Donde sucedió el cuento.
- Que significaba cada vez que plantaba un árbol.
- Para los aborígenes cual era el significado de plantar un bastón
CIENCIAS SOCIALES
Los
invito a que disfruten de este vídeo donde podrán conocer a las
diversas mujeres que participaron en en las diferentes guerras de la
independencia y cual fue su participación en ellas.
Manos a la obra
Una vez que vean el vídeo van a elegir a una de las
valerosas mujeres luchadoras por nuestra independencia y completarán
un cuadro donde podremos ver su vida.
Nombre completo
foto o dibujo |
Donde y cuando nació | En que batallas estuvo | Amiga de que prócer fue | Cuando y como murió |
CIENCIAS NATURALES
1.A
TODOS LOS JUSTAN LOS ANIMALES, VAN A VOLVER A LEER EL BASTON UN
CUENTO QUE ESTAN EN PDL. Y VAN A REALIZAR UNA LISTA CON TODOS LOS
ANIMINALES QUE ALLI APARECEN .
- EN UN MAPA DE LA REPUBLICA ARGENTINA POLITICO VAN A PINTAR LA PROVINCIA QUE SE NOMBRA EN EL CUENTO.
- DE TODA LA LISTA DE ANIMALES VAS A SELECCIONAR DOS QUE MAS TE GUSTEN O TE LLAMEN LA ATENCION O QUIERAS
- APRENDER UN POCO MAS DE LO QUE YA SABER Y VAS A ARMAR UNA FICHA COMO LA SIGUIENTE .
NOMBRE
FOTO O DIBUJO
HABITAD PELAJE O PLUMAJE ¿ESTA EN PELIGRO DE EXTINCION